Con el pasar del tiempo, por el fragor del combate, apenas recordamos los días en el que gestionábamos nuestras ocupaciones. Éramos los amos del calendario. Las jornadas eran amplias, pocas reuniones, ninguna llamada y solo eventuales correos semanales esperados con relativa ansiedad. Trabajábamos con empeño y los propósitos eran una meta asumida que recordábamos conSigue leyendo «In illo tempore»