
“No tengo hijos, pero tengo un sobrino a quien le pongo ciertos límites. Hay ciertas cosas que no permito: no quisiera que esté en una red social”. Tim Cook, CEO de Apple.
Cuando apareció YouTube en el año 2005 la mayoría lo consideramos un milagro. Por primera vez un sitio para ver videos musicales a la carta y aprender sobre casi cualquier tema por la multiplicación de contenidos generados. Llenos de optimismo, nadie advirtió los peligros.
Recientemente, sin embargo, la empresa de Alphabet Inc., la misma que es propietaria de Google, ha sido demandada no sólo por violar las leyes de privacidad que protegen a los menores de 13 años, sino por permitir contenido de adultos en su plataforma virtual. De ese modo, los niños tienen acceso a videos que inducen al suicidio, propagan el odio contra las minorías y permiten el alojamiento de depredadores sexuales.
Internet no es un lugar seguro y lo que haga la Comisión Federal de Comercio en los Estados Unidos no resolverá los problemas de la oferta virtual. Hoy es YouTube, pero ayer fue TikTok y pasado mañana será cualquier empresa del universo digital. Lo que corresponde es acompañar a los jóvenes en una selva en la que hay demasiados peligros. Misión imposible casi para todos.
En primer lugar, para la empresa. Sundar Pichai, CEO de Google, reconoció recientemente los problemas que tiene YouTube en materia de regulación del tráfico de videos y establecimiento de algoritmos efectivos en su contenido. Coincide en ello Andrea Faville, portavoz del sitio, al mencionar que los informáticos consideran muchas ideas para el mejoramiento de YouTube, pero que algunas son solo eso, ideas.
Por su parte, los padres se sienten abrumados al no poder controlar el tiempo que pasan los niños en las tabletas y al desconocer la aplicación de filtros o controles parentales, útiles para la supervisión del contenido al que tienen acceso. Esa es la razón por la que el sitio ejerce un poder inmenso del que saca ventaja sobre los consumidores de información.
Las estadísticas son espeluznantes. Entre tantas encontradas en la red, se dice que YouTube es el segundo buscador más grande del mundo, y el tercer sitio más visitado después de Google y Facebook. Cada minuto se suben 300 horas de video a YouTube. Se ven 3.25 mil millones horas de video al mes. En promedio, las sesiones en los móviles duran más de 40 minutos. En un mes promedio, 8 de cada 10 personas de entre 18 y 49 años ven YouTube.
Quizá nadie advirtió al monstruo en 2005. YouTube configura nuestras decisiones, construye nuestro imaginario y dirige nuestros gustos. ¿En manos de quién están esas empresas? ¿Qué intereses persiguen? ¿Hacia dónde nos llevan? Al tiempo que busco las respuestas, no dejo de pensar en la responsabilidad de todos al ser tan complacientes con quienes forman la conciencia de nuestras jóvenes generaciones.