Salvo excepciones, la mayor parte de los políticos que laboran en la administración pública, son despreciables. No lo son como personas, porque como seres humanos (para su fortuna) tienen garantías, pero sí como sujetos de baja catadura moral. He conocido a algunos antes de ser diputados o funcionarios públicos y puedo decir que llevaban laSigue leyendo «La corrupción y el ejemplo de los galos»